AUTOR: CADETE I AÑO CAMPS GARRALDA, TIZIANO
Cuando pensamos en soldados, solemos imaginar grandes enfrentamientos, intereses políticos o ideológicos. Sin embargo, existe otro tipo de soldado cuya labor se aleja del campo de batalla: aquellos que buscan garantizar la paz, la seguridad y brindar apoyo humanitario.
Los cascos azules surgieron como respuesta a la necesidad de la comunidad internacional de preservar la paz sin recurrir nuevamente a la guerra tras la Segunda Guerra Mundial. Fue en 1948 cuando realizaron su primera misión, destinada a supervisar el alto al fuego de la guerra árabe-israelí. Desde entonces, se les asignaron tareas fundamentales, entre ellas:
- Proteger a la población civil y al personal de las Naciones Unidas.
- Vigilar fronteras en disputa.
- Garantizar seguridad en zonas de enfrentamiento.
- Brindar resguardo durante procesos electorales.
- Capacitar y apoyar al personal militar de los países anfitriones.
- Acompañar a excombatientes en la implementación de acuerdos de paz.
El característico color azul de sus cascos, junto con el blanco de sus vehículos, fue aprobado para transmitir que se trata de un cuerpo de paz. Su finalidad es ser reconocidos de inmediato, sin necesidad de camuflaje o de pasar inadvertidos. Esto no significa, sin embargo, que deban revelar todos sus planes operativos.
Los cascos azules no se limitan a soldados de infantería. Dentro de sus filas hay especialistas como ingenieros —que participaron, por ejemplo, en la reconstrucción de Haití tras el terremoto, o en la construcción de carreteras en Sudán del Sur—, pilotos de helicóptero con sus tripulaciones, comunicadores y personal médico.
El sostenimiento de estas misiones depende de un sistema mixto: algunos países aportan financiamiento y otros soldados. En materia económica, los principales contribuyentes son las grandes potencias y los Estados con economías más sólidas. Entre los que más aportan al presupuesto de operaciones se encuentran Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Francia y el Reino Unido. La contribución se establece en proporción al peso económico de cada país dentro de la ONU, de modo que los más ricos asumen la mayor carga.
En cuanto a la provisión de tropas, la lista la encabezan países en vías de desarrollo, en especial de Asia y África. Destacan Bangladés, Nepal, India, Ruanda y Etiopía, que figuran entre los principales proveedores de personal militar y policial. Esta participación, además de contribuir a la paz mundial, representa ingresos significativos para sus ejércitos, ya que la ONU otorga compensaciones económicas por cada soldado desplegado.
Actualmente, cerca de 70.000 personas integran estas operaciones: aproximadamente 55.000 militares, 7.500 policías y 12.500 civiles, provenientes de más de 120 países.
