La epopeya de nuestros hombres del aire.

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Por Irma Cortez De profesión Aviador
Vicente Almandos Almonacid 1883 – 1953

Vicente Almandos Almonacid nació en Anguinán, departamento Chilecito, provincia de La Rioja, el 24 de diciembre de 1883. A los 20 años de edad, viajó a Francia para realizar estudios acerca de su gran pasión: la aviación.

Al estallar la IGM, se enroló como voluntario para la lucha aérea, por las naciones aliadas. Concretó una serie de hazañas que lo erigieron como héroe de guerra. Francia lo distinguió con galones militares, que fueron sus máximas condecoraciones, reconociéndolo como un hijo del corazón. En su memoria, su nombre está inscripto en el Arco de Triunfo de París.

La finalización de la guerra 1914 – 1918, señaló el comienzo de la aviación comercial en la República Argentina. El material de aeronavegación llegó a nuestro país en 1919, a través de la Misión Aeronáutica de Francia. El piloto riojano integró la Misión. En suelo argentino recibió homenajes como un auténtico héroe. Almonacid fue el encargado de realizar vuelos de exhibición y experimentación. Las máquinas se transfirieron a la Compañía Franco Argentina de Aviación. Después se fusionó con The River Plate Aviation Co. Posteriormente, la misma se convirtió en la Compañía Rioplatense de Aviación, que continuó los servicios hasta 1924.

El 20 de marzo de 1920, Vicente Almandos Almonacid realizó el primer cruce nocturno de la cordillera de Los Andes.

Propulsor de la primera empresa aerocomercial del país

Después de la primera conflagración mundial, un industrial francés llamado Pierre George Latécoére vislumbró que la aviación era beneficiosa para la humanidad, por posibilitar la rapidez en las comunicaciones. Por eso en septiembre de 1918 creó una compañía aérea llamada Lignes Aeriennes Latécoére, cuyo objetivo era unir Francia con Sud América.

Por razones económicas, en 1927 la empresa vendió sus acciones al industrial Marcel Boilloux-Lafont y el nombre de la compañía pasó a ser Compagnie Aéropostale Generale, más conocida como Aéropostale.

Con anterioridad, la Dirección de Correos y Telégrafos de la Argentina, había realizado un contrato con la empresa de Latécoére, a instancias de Vicente Almandos Almonacid, para transportar correspondencia desde nuestro país hacia Europa. Por eso, cuando el traspaso de la empresa francesa se realiza a Boilloux Lafont, éste le solicitó al piloto riojano que creara una compañía subsidiaria con sede en Buenos Aires.

El capitán Almonacid aceptó la idea y se encargó de comprar los terrenos para la compañía, ubicados en lo que fuera parte de la estancia del general Pacheco y que estaban comprendidos en lo que hoy es el barrio Almirante Brown del Talar. Esta operación se realizó durante la presidencia de don Marcelo Torcuato de Alvear.

Vicente Almandos Almonacid propuso que la compañía estuviera integrada por personal y elementos nacionales. De esa manera el 5 de septiembre de 1927, nació la Aeroposta Argentina SA, primera empresa aerocomercial del país. Las oficinas estuvieron ubicadas en Reconquista 240, donde actualmente se encuentra parte del Banco Central, en la Capital Federal.

El 15 de noviembre de 1927 se iniciaron los vuelos desde Natal, Brasil, hasta Buenos Aires y el 1º de marzo de 1928, se efectuó el primer enlace con Francia. Cabe mencionar que el logo de la Aeroposta, un sobre con alas atravesado por una flecha, fue diseñado por Almonacid, su Director Gerente.

Una vez consolidada la Compañía, se iniciaron los vuelos de reconocimiento para abrir las rutas hacia Paraguay, Chile y la Patagonia Argentina, que se concretaron en los años subsiguientes.

Amigo de Saint- Exupery

El 19 de octubre de 1929, Antoine-Jean-Baptiste-Marie-Roger, conde de Saint-Exupèry, aviador francés, autor del libro “El Principito”, llegó a Buenos Aires. Como nuevo director, su misión era inspeccionar los circuitos de correo de la Aeroposta Argentina, sociedad mixta creada por la Compagnie Générale Aéropostale de Francia, con participación de inversores locales.

Junto con “Toniò” o “Saint-Ex” como le decían sus amigos, habían llegado al Río de la Plata los mejores pilotos de la Aéropostale. Entre ellos se destacaban los pioneros de la aviación argentina: Rufino Luro Cambaceres y Vicente Almandos Almonacid. Ellos, junto a medio centenar de mecánicos y asistentes, en buena parte de la geografía pampeana y patagónica, protagonizaron una gesta heroica, sentando las bases para el desarrollo de las primeras compañías de aviación comercial del mundo.

Inventor, Jefe, Cónsul

En 1929 Vicente Almandos Almonacid inventó un sistema de navegación nocturno para aviones y guías para bombarderos.

Tres años después comandó la fuerza aérea paraguaya en guerra contra Bolivia.

En 1935 fue designado Cónsul argentino en Boulogne-Sur-Mer, Francia. Durante seis años fue el conservador de la casa donde expiró el Padre de la Patria, Gral. D. José de San Martín, en el mencionado Boulogne-Sur-Mer, puerto francés sobre el canal de la Mancha.

Vicente Almandos Almonacid, falleció en Buenos Aires, el 16 de noviembre de 1953.

HOMENAJES

El aeropuerto de la ciudad de La Rioja, con justicia, lleva su nombre.

Por otra parte, Agesilao Ferrazzano compuso el tango “Almonacid” y Domingo Salerno el tango “Vuelo nocturno”. Ambas piezas musicales fueron escritas en homenaje al piloto riojano.

Teniente Aviador Militar Benjamín Matienzo – 1891-1919

Benjamín Matienzo nació en la provincia de Tucumán el 9 de abril de 1891. Ingresó al Colegio Militar de la Nación el 9 de marzo de 1909 egresando con el grado de Subteniente del arma de Ingenieros el 31 de diciembre de 1910. Su promoción de egreso fue la Nº 35.

Entre sus camaradas hubo una importante cantidad de aviadores civiles y militares, entre otros, Manuel Félix Origone (primera víctima de la aviación militar), Luis Cenobio Candelaria (primero en cruzar la cordillera en aeroplano), Oscar Lozano, Antonio Parodi, Vicente Andrada y Julio García Fernández, Gregorio Jesús Rafael Terneyro Bravo y José William Rosasco.

En 1916 ingresó a la Escuela de Aviación Militar de Aviación. El 24 de marzo de 1917 obtuvo el título de Piloto Aviador Nº 111, el 12 de septiembre obtuvo el título de Aviador Militar Superior y el 24 de junio de 1918 el título de Aviador Militar (Boletín Militar Nº 5058) como parte del 4º Curso de Aviadores de la Escuela de Aviación Militar.

El 23 de mayo, a bordo del biplano Voisin 5 LA de la Escuela de Aviación Militar,junto al Ingeniero Edmundo Lucius, realizó exitosamente un raid entre las localidades de El Palomar y San Miguel de Tucumán con escalas en Rosario, Rafaela, La Banda Real, Sayana y Santiago del Estero.

Junto a los oficiales aviadores militares Zanni y Parodi conformó el núcleo fundacional de la aviación de caza del Ejército Argentino y

proyectaron el cruce de Los Andes por Mendoza a Santiago de Chile. Para ello conformaron una escuadrilla integrada por tres biplanos: el Ansaldo SVA 5 Nº 1 Sartorelli, el Ansaldo SVA 10 Nº 1 Giovanardi y el Nieuport 28C1 N6338. El cruce estaba previsto para el día 28 de mayo de 1919.

Ese día Matienzo decidió ser el primero en concretar el intento de cruce y despegó del aeródromo de Los Tamarindos falleciendo al caer con su avión entre el 28 y 29 de mayo de 1919, al intentar el cruce en vuelo de Los Andes desde Mendoza luego de precipitarse en la cordillera con el Nieuport 28C1; su cadáver fue hallado el 18 de noviembre frente a la Casa de las Minas, distante a 20 km del paraje de Las Cuevas.

El 29 de noviembre de 1922, durante una etapa del Raid al Noroeste realizado por el Ejército, la Escuadrilla de Observación a mando del Cap. Av. Mil Oscar Lozano, al llegar a Tucumán, se dirigió directamente al cementerio local y efectuó un sobrevuelo en compañía del Gobernador provincial para rendir homenaje a su memoria.

El 14 de junio de 1923, se dispuso el sobreseimiento definitivo en el sumario 394/919, instruido con motivo de su fallecimiento (Boletín Militar Nº 6491, 1ª Parte). El 28 de mayo de 1927 se inauguró en la ciudad de San Miguel de Tucumán el monumento erigido en su memoria.

El 3 de febrero de 1950 una patrulla, que partió de Uspallata el 21 de enero, integrada por el Suboficial Ayudante Enrique Svars, el Sargento Ayudante del Ejército Víctor Manuel Bringa, el Cabo Mayor de la Aeronáutica Oscar Enrique Funes, el Cabo del Ejército Rómulo Moreno y los soldados Ángel López, Juan Calderón, Ceferino Biglia, Epifanio Jofre, Dionisio Carballo, Pilar Urquiza y Benito Tardivio halló, en una quebrada los restos del Nieuport 28C1 utilizado el 28 de mayo de 1919 por Matienzo. El biplano fue hallado a 4500 metros de altitud y a 150 metros de la línea fronteriza al norte del Portillo de los Contrabandistas.

El 21 de enero de 1970, fue declarado, por Ley, Precursor y Benemérito de la Aeronáutica Argentina (Boletín Aeronáutico Público Nº 2100). El 29 de mayo de 1989, con motivo del 70º aniversario de su desaparición la Empresa Nacional se Correos y Telégrafos, Encotel emite un matasellos alusivo en la oficina postal de Campo de Mayo.

El trágico final del «Cóndor» Benjamín Matienzo

El Teniente Benjamín Matienzo se radicó en Mendoza poco después de graduarse en la Escuela de Aviación Militar, pero a fines del año 1918 pasó a prestar servicios en el Batallón Nº 5 de Ingenieros.

Desde hacía algún tiempo, Matienzo y sus camaradas, el Capitán Pedro Zanni, uno de los primeros en intentarlo y el Teniente Antonio Parodi, se habían propuesto cruzar la cordillera de los Andes, un sueño para muchos pilotos en aquellos tiempos. Luego de los estudios preliminares todo estaba listo para realizar la hazaña.

Un sueño que duró poco

Fue en aquel mes de mayo de 1919 que los tres aviadores estaban ante un reto muy importante: cruzar los Andes a una altura de 6000 metros.

A las 6.40 de la madrugada, los pilotos con sus máquinas levantaron vuelo desde el campo de aviación de Los Tamarindos. Poco después regresaba el Capitán Pedro Zanni, por agotársele el combustible, haciéndolo más tarde el Teniente Parodi, que sufrió un desperfecto en el motor.Pasaron algunas horas sin que se tuvieran noticias del vuelo de Matienzo, pero la lentitud de las comunicaciones de esa época justificaba el silencio. No obstante, ya se empezaba a insinuar cierto temor con respecto a la suerte que pudiera haberle tocado al bravo piloto, a pesar de la ilimitada confianza que se tenía respecto de su destreza, experiencia y serenidad.La ansiedad pública fue creciendo con el correr de las horas y se hizo más evidente al día siguiente.

El accidente y el operativo

Ante la perspectiva de un accidente, las autoridades militares destacaron comisiones especiales que recorrieron Las Cuevas, Zanjón Amarillo y Tupungato, porque los últimos datos que se tenían del vuelo situaban el aparato desplazándose en dirección noroeste a Las Cuevas.

La solidaridad chilena, siempre presente en sucesos como estos, no se hizo esperar y nutridas comisiones militares iniciaron el reconocimiento en la parte transcordillerana del Juncal, Río Blanco, Caracoles y Los Andes. La acción terrestre fue completada por aire cumpliendo minuciosos vuelos de exploración por ambos lados del macizo andino. La afanosa búsqueda no arrojó el menor indicio.Los intensos temporales de nieve, que habían azotado la zona, dificultaban las operaciones y hacían peligrar la seguridad humana.

Las versiones más dispares empezaron a correr en las calles. Cada día que pasaba daba pie a la inventiva popular que circulaba de boca en boca y que atribuían tal o cual resultado a las investigaciones; pero invariablemente las fuentes informativas responsables se encargaban de desvirtuarlas. Poco a poco, los diarios desplazaron sus titulares de las noticias sobre el asunto.Al final, se hizo silencio en torno del suceso, fatalmente impuesto por el devenir de los nuevos acontecimientos.Sin embargo, no había olvido, pues casi a diario se filtraba en la calle o en la tertulia familiar una frase que avivaba el recuerdo.

Pasó el invierno y la cordillera se desprendió de su manto de nieve por acción de los deshielos.A mediados de noviembre de 1919, el subcomisario de Las Cuevas tuvo la idea de intentar la búsqueda del desaparecido piloto.El 17 de noviembre partió la modesta expedición al mando del subcomisario Pujadas. Ésta, sin encontrar nada, regresó.

Al día siguiente prosiguió la búsqueda, pero sin resultados positivos. En la madrugada del miércoles 18 de noviembre de 1919, el grupo prosiguió con la búsqueda. Encabezaba aquella patrulla el subcomisario Pujadas, el guarda hilos de la Compañía Telegráfica Sud América Juan Hernández, el cabo Teófilo Morales y el agente Segundo Zelayes.

Eran las 9 de la mañana cuando llegaron a una casucha en la primera serie de minas, propiedad de un chileno llamado Lobos, en el valle de Las Cuevas a unos 14 kilómetros de aquel lugar.Allí los expedicionarios hicieron un alto para descansar y comer. Sentados, comenzaron a plantearse algunas hipótesis sobre dónde habría caído el infortunado aviador.

Media hora después, el grupo partió hacia el norte. A menos de sesenta metros de allí, el chileno Juan Hernández gritó a sus compañeros: «Ahí está Matienzo». En efecto el cadáver de Matienzo apareció como reclinado en una saliente de roca. Todos habían quedado sorprendidos.

Al escuchar el grito de Hernández, Pujadas observó el cadáver que yacía en el suelo recostado sobre una gran piedra, con las piernas ligeramente encogidas y los brazos extendidos a ambos lados.El cuerpo vestía un traje color caqui oscuro y encima una tricota de color blanco. Esta prenda, desgarrada por las aves de rapiña, había dejado al descubierto la caja torácica. Se podía ver que sobre los breches llevaba un pantalón y calzaba botas negras; tenía ropa interior de lana.

El panorama era bastante ingrato. A pesar de haber nieve se podía sentir el hedor del cuerpo en descomposición. Inmediatamente se pudo observar que la cara estaba descarnada. Sus dientes, firmemente apretados, y el cuello y las vísceras comidos por los cóndores.Sus manos quemadas por la nieve se veían de un color negro en el reverso y sus dedos. Con una extraña sensación de tristeza, el grupo siguió observando que en el deteriorado dedo anular izquierdo se encontraba un anillo de oro con las iniciales BM que resaltaban de un fondo rojo.En el costado izquierdo del cuerpo se encontró un lápiz de color negro. El estado de las botas llamó mucho la atención a Pujadas y varios del grupo porque estaban peladas. Se supone que Matienzo había caminado un gran tramo desde la caída de su avión.

A unos veinte metros del cadáver se encontró el casco, un pasamontañas y restos de vestimenta arrastrada por el viento.Un hallazgo importante realizó Joaquín Pujadas al encontrar el revólver. De las seis balas faltaban dos. Esto desconcertó a los investigadores.Pudieron conjeturar que podría haberse suicidado por la situación insoportable que Matienzo enfrentó, pero esta hipótesis quedó totalmente descartada.

La noticia corrió rápidamente por Mendoza y tuvo resonante eco en todo el país y en el extranjero. El comentario público se inflamó nuevamente y constituyó el tema obligado en todos lados.

Treinta años después, la expedición militar del suboficial Svars y Bringa fue la que encontró el avión de Matienzo y así se cerró aquella trágica historia.

Fuente: http://www.earlyaviators.com

Teodoro Pablo Fels – 1891 – 1969

Hijo de don Máximo Fels y Marta Menvielle, nació en el 8 de mayo de 1891 en la estancia SantaRosa, Departamento Colonia, República Oriental del Uruguay. Al año siguiente fue naturalizadoargentino y se radicó con sus padres en la provincia de San Luis.

En su juventud fue enviado a Zúrich (Suiza) en cuya universidad realizó estudios de ingeniería. EnEuropa tomó contacto con la aviación y siguió con entusiasmo los principales vuelos de la épocadonde fueron protagonistas Louis Charles Joseph Bleriot, Arthur Charles Hubert Latham, Jorge AntonioChávez Dartnell y Bartolomeo Cattaneo entre otros.

En 1911 regresó a Buenos Aires e inmediatamente se insertó en el ambiente aeronáutico local. Iniciósu actividad en Villa Lugano donde se relacionó con los pilotos Alfred Valletón, Max Paris LeClercy Marcel André Paillette, quien además fue su profesor.

Fels rinde examen de Piloto Aviador

El 23 de mayo de 1912 se presentó ante el tribunal con su propio Bleriot XI de 50 hp que fueraadquirido a la firma Mestre & Blatgé.

Para ese examen el Aero Club Argentino conformó un tribunalintegrado por el ingeniero Carlos Irmscher, Alejandro R. Amoretti y el periodista Juan FranciscoZuanich.

De esta manera obtuvo el primer Brevet Internacional de Piloto Aviador Nº 11, quefue expedido el 6 de junio en los términos de las reglamentaciones establecidas por la FederaciónAeronáutica Internacional. Desde entonces comenzó una intensa actividad en el medio aeronáuticolocal y regional.

Servicio militar

Fels se había naturalizado como ciudadano argentino y ese año (1912) fue convocada la clase1891 para cumplir el servicio militar obligatorio. En este contexto fue incorporadopor el Ejército para cumplir su servicio militar obligatorio en la 3ra Compañía del BatallónNº 1 de Ingenieros con asiento en Campo de Mayo, en los terrenos que actualmenteocupa la Escuela de Suboficiales del Ejército Sargento Cabral.

Fels fue el segundo conscripto aviador del Ejército luego de Adolfo René De Bruyn Mantels (1888-1942), ambos conscriptos pertenecientes a esa unidad de Ingenieros. Fels y De Bruyn no solo formaronparte del Batallón 1 de Ingenieros, extrañamente ambos pilotos tuvieron en común el mismonúmero de brevet de Piloto Aviador.

Otra curiosidad es que cuando Fels se incorporó a la unidad, esta se encontraba al mando de dos figurasque en poco tiempo serían de relevancia para la Aviación Militar: el Teniente Coronel Enrique CarlosAlberto Mosconi (Jefe) y el Mayor Alejandro Pastor Obligado (2º Jefe).

Inauguración de la Escuela Militar de Aviación

El sábado 10 de agosto de 1912, se cristalizó la propuesta del Mayor Arturo Pedro y Pablo Luisonide incorporar la aviación a las fuerzas armadas y provocó un monumental y ejemplar esfuerzo detodo el pueblo pocas veces visto en el mundo.

El campo contaba con cuatro hangares que fueroncomprados por Sebastián Ortega a la firma Thomas Drysdale y Cía. Inicialmente fueron llevados aVilla Lugano, pero luego, por gestiones del Ingeniero Newbery, fueron trasladados y armados en El Palomary distribuidos, dos para el Aero Club y dos para la Escuela Militar.

Ese día desde hora temprana se encontraban en el aeródromo los miembros de la Comisión Centraldel Aero Club Argentino, la Comisión Técnica y la de recepción, ultimando los detalles para el actocentral que se realizaría por la tarde. A mediodía las personas especialmente congregadas en elaeródromo se trasladaron al Batallón Nº 1 de Ingenieros donde el Teniente Coronel Mosconi (1877-1940) ofreció un almuerzo.

De regreso, la delegación formada por el citado jefe, los señores Jorge Alejandro Newbery, AlbertoRoque Mascías, Coronel Arenales Antonio Uriburu, Lisandro Billinghurst, Mayor Alejandro PastorObligado, Manuel Ramos Vivot, Teniente de Fragata Melchor Zacarías Escola y Subteniente ManuelFélix Origone, recibían en la estación El Palomar a los ministros de guerra y marina, que sehabían trasladado en un tren especial, acompañados por los Generales Ángel Pacífico Allaria yRamón Jones, Coroneles Martín José Vicente Rodríguez, Lorenzo Bravo, Francisco Mario Zerdá y el Presidente de la República, Dr. Roque Sáenz Peña, suscribió en la fecha mencionada, el decreto cuyo primer artículo enunciaba:

Créase la Escuela de Aviación Militar con los elementos que han sido donados para ese objeto y con los que el Aero Club Argentino ha puesto a disposición de los ministerios de guerra y marina.

Podían apreciarse los siete aeroplanos en línea: el Farman y el Antoinette VII donado por la extintaCompañía Aero Argentina, tres Bleriot XI (el Centenario, el de Fels y el del Subtenientede Artillería Manuel Félix Origone), un Nieuport y un Castaibert 911-II32. Todos custodiadospor una sección militar al mando del Teniente Carlos Giménez Kramer integrada por 25 soldadosdel Regimiento 8 de Infantería y el Batallón 1 de Ingenieros para colaborar con las actividades.

Precisamente en esa trascendente fecha, Fels fue ascendido a Dragoneante y casi inmediatamentefue adscripto como piloto en la Escuela de Aviación Militar. Al respecto debemos señalar dos consideraciones:

  • La aviación militar integraba la planta orgánica de dicha arma;
  • Se había dispuesto como modalidad que los cuadros (oficiales y suboficiales) y tropa con formación o en situación de alumnos pilotos, en general eran comisionados a El Palomar para completar su capacitación o desarrollar entrenamiento.
Cruce del río de la Plata

El 24 de noviembre de 1912 Jorge Newbery realizó el doble cruce del Río de la Plata con el BleriotXI Centenario, del Ejército. Por la mañana cruzó en 37 minutos de vuelo y aterrizó en la chacra delos Anchorena. A las 17:20 inició el regreso y el fuerte viento de frente lo obligó a volar a una alturade 800 metros y disminuir la velocidad a 79 km/h. Ingresó por la zona de Belgrano, para aterrizarfinalmente en El Palomar luego de 53 minutos netos de vuelo, donde lo aguardaban amigos y periodistas,ante quienes expresó:

Un vuelo como este da fuertes emociones, tan grandes que compensan el peligro que pueda tener. Lo he hecho, porque deseo levantar el espíritu nacional y despertar el entusiasmo que es necesario para que la aviación viva y triunfe en el país.

El vuelo a Montevideo

Mientras esto ocurría, Fels se encontraba planificando su vuelo a Montevideo en el más absolutosecreto. Era una empresa ardua y casi imposible para la época que, con máxima reserva, confió aunos pocos entre los que se encontraban Alberto y Alfredo F. Calisto, Juan Francisco Zuanich (amboscronistas del diario La Nación) y Carlos Borcosque (corresponsal del diario La Argentina). Ellofueron los secretos colaboradores de su escapada a la capital Oriental.

En la medianoche del 30 de noviembre de 1912, Fels y los periodistas Borcosque, Zuanich y Calistose reunieron en el Café-Restaurant Helvética, ubicado en la Avenida Corrientes Nº 502 y esquina SanMartín. Allí el piloto les comunicó que, en pocas horas más, cumpliría con la intención de llegar envuelo a Montevideo con su Bleriot.

En las primeras horas del 1 de diciembre se dirigieron hacia la casa de Fels, en el barrio de Flores, para retirar cuatro latas de combustible y a la 1 de la madrugada se trasladaron, en un taxi, hastaMorón donde adquirieron aceite de castor para el motor del avión en la farmacia de Raffo y Scheffer, ydos latas de nafta en Morón.

Dado el mal estado de los caminos Fels y sus acompañantes debieron utilizar un carro lechero tipobreak que los condujo hasta El Palomar. Y allí, en penumbras, el soldado Fels, con la ayuda de sumecánico Eduardo Bordone, sacó sigilosamente del hangar, cuyas puertas habían sido previamenteaceitadas para prevenir ruido alguno, el Bleriot XI-Gnôme de 50 hp.

Eran aproximadamente las 4:30 y ya estaba sigilosamente cargada la nafta y el aceite de castor enlos respectivos tanques del aeroplano entre ahogados ruidos de latas y ladridos de perros cuidandoen no llamar la atención del oficial de guardia ni del ingeniero Macías que allí descansaba por tenerque volar a primera hora. Cuarenta minutos más tarde despegó rumbo a Colonia llevando consigo un mapa arrancadode la vieja Guía Kraft, un salvavidas y un pequeño paquete de sándwiches y un sustomayúsculo, según sus palabras, Eran las 8:10 cuando, a doce kilómetros antes de llegar a la costa uruguaya, puso rumbo haciasu ansiada meta: Montevideo. Dos horas y veintidós minutos más tarde la frágil nave aérea aterrizabaen Carrasco del Soldado, campo militar del 1° de Artillería del Uruguay.

Regreso al país

Aquella misma tarde del 1 de diciembre, Fels había resuelto su regreso a la patria, pero una falla delmotor de su aeroplano lo obligó a postergar su viaje hasta el día siguiente; mientras tanto, se comunicócon Buenos Aires solicitando que su mecánico se trasladara a Montevideo a fin de efectuar lareparación del mencionado motor.

En un banquete de proporciones con el cual se lo agasajó esa noche, el Aero Club del Uruguay leotorgó una medalla de oro como premio de la proeza cumplida.

A las 16:50 del día siguiente, reparada la falla del motor, partió desde aquel mismo campo, punto desu primer aterrizaje. Entre brumas y niebla cruzó nuevamente el Rio de la Plata, pero por distinto rumbo (antes lo había hecho por Colonia). Por dificultades de orientación por las causas indicadas, luegode 2 horas y 30 minutos de vuelo, aterrizó en Los Talas, a cuatro kilómetros de Berisso.

De allí partió pocos minutos más tarde, y al sobrevolar la localidad de Berisso, exhaustos sus tanques de gasolina,se detuvo el motor, motivo que le forzó a un nuevo aterrizaje en el campo del señor Gutiérrez. Dejóentonces allí su Bleriot al cuidado de la policía local y se dirigió a La Plata, donde visitó la redacciónde El Día a fin de que informara su regreso y resolución de viajar a Buenos Aires por tren.

La noticia se difundió rápidamente, y cuando el tren llegó a la estación Constitución, pasada la medianoche, fue recibido por una multitud de entusiastas, que lo condujo, jubilosa hacia el centro de laciudad y acompañaron luego, a la redacción de los diarios La Prensa, La Nación y otros de lametrópoli.

El 3 fue en busca de su avión, recargó combustible, y siendo las 17:35 partió hacia El Palomar, perouna nueva falla de motor fue motivo de otro aterrizaje forzoso en Villa Elisa. Superado el desperfectoque le demoró 30 minutos, su descenso definitivo se produjo a las 19:15 en el aeródromo de ElPalomar. Allí le esperaban sus amigos, los oficiales Raúl Eugenio Goubat y Manuel Félix Origone,quienes le comunicaron que la superioridad le había aplicado un castigo de treinta días de arrestopor haberse ausentado sin permiso a territorio extranjero. Con esta noticia, se trasladó a Campo deMayo sede de su Regimiento, donde le aguardaban, además de su arresto, un vivo agasajo por partede Jefes y camaradas de la guarnición.

La pena impuesta no se cumplió; el entonces Presidente de la Nación, Dr. Roque Sáenz Peña, lellamó a su despacho, y en mérito a su proeza (récord de vuelo sobre agua), no sólo le conmutó el castigo, sino que además lo ascendió a Cabo. La medida quedó documentada en el decreto publicadoel 5 de diciembre en el Boletín Militar N.º 3426, 1ª Parte, donde expresó lo siguiente:

Se da por cumplida la sanción impuesta al Cabo conscripto Pablo Teodoro Fels “Por ausentarse del territorio de la República sin la licencia reglamentaria” en consideraciónal cruce del Río de la Plata efectuado en un monoplano Bleriot XI, resaltando su intrepidez como aviador y felicitando al mismo poniendo este hecho de manifiesto antesus pares por el acto de arrojo evidenciado.

Fels recibió además diplomas del Banco de la Nación Argentina, Banco Hipotecario Nacional, de laComisión Pro-Homenaje constituida con dicho objeto; una medalla obsequiada por el Banco de laProvincia de Buenos Aires y una obra de la escultora Margarita Bonet, obsequiada por la Policía dela Capital Federal; medalla de oro del Jockey Club y otros premios y medallas instituidas por distintasinstituciones.

En 1918 contrajo enlace con María del Carmen Márquez; de dicho matrimonio nacieron doshijos: Teodoro Enrique y Matilde Marta.

El 20 de noviembre de 1922 se le otorgó el título de Aviador Militar en reconocimiento por el raid aRío de Janeiro con el Dorand AR.2 Mitre. El mismo quedó refrendado por Boletín Militar Nº 6329,1ª Parte.

En 1924 su fortuna mermó considerablemente y se estableció en Rosario donde fue empleado municipalcomo inspector de relojes taxímetros de automóviles en la ciudad.

El 30 de septiembre de 1926 pasó a integrar la Guardia Nacional de Aviación como Subtenientede la Guardia Nacional de Aviación del arma de Ingenieros (matrícula Nº 2572).

Fels falleció el 22 de julio de 1969 y sus restos fueron velados en el partido de Vicente López. Sus restos fueron inhumados en el cementerio bonaerense de Olivos junto con otras figuras de la aviación nacional comoel actor y piloto Florencio Bartolomé Parravicini, Capitán Vicente Almandos Almonacid y el IngenieroEdmundo Lucius. Sus restos fueron recibidos por una Compañía de la Base Aérea Militar Aeroparquecon abanderado y banda.

El 21 de enero de 1970 el Presidente de la Nación Argentina sancionó y promulgó la Ley N.º 18559 por la cual se instituyó como Precursor de la Aeronáutica Argentina a una serie de personalidades protagonistas de los inicios de la aviación nacional. Su nombre se encuentra incluido en mencionada Ley

 

Fuente: http://www.histarmar.com.ar

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