3 de JUNIO – 247 años del nacimiento del General Manuel Belgrano, el hijo dilecto de la Patria

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Por la J.T.P. Noelia MARTINO (*)


>>> | Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y González nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770.
Estudió en el Colegio de San Carlos y luego en la Universidades de Salamanca y Valladolid (España). En 1793 se recibió de abogado y en 1794, ya en Buenos Aires, asumió a los 23 años como primer secretario del Consulado del Virreinato del Río de La Plata. Desde ese momento se propuso fomentar la educación, en especial para las niñas sin recursos y capacitar a la gente en general para aprender oficios y poder aplicarlos en provecho del país. Creó escuelas de Dibujo, de Matemáticas y Náutica.
En 1806 durante las invasiones inglesas, se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad. A partir de entonces, compartirá su pasión por la política y la economía. Pensaba que podía ser más útil aplicando sus amplios conocimientos económicos y políticos, es por ese pensamiento que editó el Correo de Comercio.
En la Revolución de Mayo de 1810 cumplió un rol protagónico y fue nombrado vocal. Cuando la Patria se lo requirió: empuñó el sable y se hizo a la vida militar. En ese mismo año se le encomendó la expedición al Paraguay. Fue designado General en Jefe de la Expedición Militar a los pueblos de la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos y Paraguay. En el transcurso de la misma fundó los pueblos de Curuzú-Cuatiá y Mandisoví. Salió victorioso en Campichuelo aunque derrotado en Paraguarí y Tacuarí.

En el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño y logró las grandes victorias de Las Piedras (3-9-12), Tucumán (24-9-1812) y Salta (20-2-1813). Luego vendrán las derrotas de Vilcapugio (1-10-1813), Ayohuma (14-11-1813) y su retiro del Ejército del Norte. En 1816 participó activamente en el Congreso de Tucumán.
Tras haber sido autorizado por el Triunvirato para crear una escarapela, consideró que se necesitaba tener bandera y fue el 27 de febrero de 1812 a orillas del Paraná cuando la izó blanca y celeste por vez primera.
Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII le otorgó a Belgrano 40.000 pesos oro. Belgrano quiso destinarlo a la construcción de cuatro escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Tenía tanta ilusión que redactó además un moderno reglamento para estas escuelas construidas más de un siglo después. Belgrano murió en la pobreza total el 20 de junio de 1820 en una Buenos Aires asolada por la guerra civil que llegó a tener ese día tres gobernadores distintos.
El 27 de Febrero de 1812 Manuel Belgrano enarbola en Rosario, ante sus tropas y los vecinos del pueblo, la primera enseña nacional, con la intensión de que ella identificara a las Provincias Unidas del Río de la Plata, la cual hizo bendecir posteriormente en Jujuy por el Sacerdote Juan Ignacio Gorriti. Sin embargo, Belgrano desconocía la comunicación que el Gobierno le había enviado al momento de emprender su viaje hacia el Norte para hacerse cargo del Ejército Auxiliador del Perú, lo cual motivo un segundo oficio con una nueva y severa amonestación a la cual nuestro prócer responderá con una misiva que dirige desde Jujuy el 18 de Julio de 1812. En ella se puede apreciar su pensamiento en toda su dimensión: respeto al gobierno, amor a la patria y deseo de que las Provincias Unidas fueran vistas como una gran y nueva nación. Transcribimos la epístola a continuación:

 

CARTA DE MANUEL BELGRANO AL GOBIERNO, JUJUY, 18 DE JULIO, 1812  CARTA DE MANUEL BELGRANO AL GOBIERNO, JUJUY, 18 DE JULIO, 1812

“ Excelentísimo señor:

Debo hablar a vuestra excelencia con la ingenuidad propia de mi carácter y decirle con todo respeto que me ha sido sensible la reprensión que me da en su oficio del 27 del pasado y el asomo que hace de poner en ejecución su autoridad contra mí, si no cumplo con lo que se me manda relativo a bandera nacional, acusándome de haber faltado a la prevención de 3 de marzo por otro tanto que hice en Rosario.

Para hacer ver mi inocencia nada tengo que traer más a la consideración de vuestra excelencia que en 3 de marzo referido no me hallaba en el Rosario, pues, conforme a sus órdenes del 27 de febrero, me puse en marcha el 1 o 2 del insinuado marzo y nunca llegó a mis manos la contestación de vuestra excelencia que ahora recibo inserta; que a haberla recibido, no habría sido yo el que hubiese vuelto a enarbolar tal bandera, como interesado siempre en dar ejemplo de respeto y obediencia a vuestra excelencia conociendo que de otro modo no existiría el orden y toda nuestra causa iría por tierra.

Vuestra excelencia mismo sabe que, sin embargo, de que había en el ejército de la Patria cuerpos que llevaban la escarapela celeste y blanca, jamás la permití en el que se me puso a mandar, hasta que viendo las consecuencias de una diversidad tan grande, exigí de vuestra excelencia la declaración respectiva.

En seguida se circuló la orden, llegó a mis manos; la batería se iba a guarnecer, no había bandera y juzgué que sería blanca y celeste la que nos distinguiese como la escarapela y esto, con mi deseo de que estas provincias se cuenten como una de las naciones del globo, me estimuló a ponerla.

Vengo a estos puntos; ignoro como he dicho, aquella determinación, los encuentro fríos, indiferentes y tal vez, enemigos; tengo la ocasión del 25 de mayo y dispongo la bandera para acalorarlos y entusiasmarlos, ¿y habré, por esto, cometido un delito? Lo sería, señor excelentísimo, si a pesar de aquella orden, hubiese yo querido hacer frente a las disposiciones de vuestra excelencia; no así estando enteramente ignorante de ella; la que se remitiría al Comandante del Rosario y la obedecería como yo lo hubiera hechos si la hubiese recibido.

La bandera la he recogido y la desharé para que no haya ni memoria de ella y se harán las banderas del Regimiento número 6, sin necesidad de que aquélla se note por persona alguna; pues si acaso me preguntasen por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria pata el ejército y ésta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con lo que se les presente.

En esta parte, vuestra excelencia tendrá su sistema al que me sujeto, pero diré también, con verdad, que como hasta los indios sufren por el rey Fernando 7° y les hacen padecer con los mismos aparatos que nosotros proclamamos la libertad, ni gustan oír nombre de rey, ni se complacen con las mismas insignias con que los tiranizan.

Puede vuestra excelencia hacer de mí lo que quiera, en el firme supuesto de que hallándose mi conciencia tranquila y no conduciéndome a esas ni otras demostraciones de mis deseos por la felicidad y glorias de la Patria, otro interés que el de la misma recibiré con resignación cualquier padecimiento; pues no será el primero que he tenido  por proceder con honradez y entusiasmo patriótico.

Mi corazón está lleno de sensibilidad y quiera vuestra excelencia no extrañar mis expresiones, cuando veo mi inocencia y mi patriotismo apercibido en el supuesto de haber querido afrontar sus superiores órdenes, cuan no se hallará una sola de que se me puede acusar, ni en el antiguo sistema de gobierno y mucho menos en el que estamos y que a vuestra excelencia no se le oculta cuanta especie de sacrificios he hecho por él.
Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Jujuy, 18 de Julio de 1812.Excelentísimo señor.                                                                                                                                             Manuel BelgranoExcelentísimo Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata.”

FUENTES CONSULTADAS:
https://www.facebook.com/asocbelgranianamoron?hc_ref=SEARCH&fref=nf

Golman, A. M. (2007). Enigmas sobre las primeras banderas argentinas. Buenos Aires: De los
Cuatro Vientos.

Palombo, Guillermo y Espinosa, Valentín A.; Documentos para la Historia de la Bandera Argentina, Buenos Aires, Instituto de Estudios Iberoamericanos, 2001. Documento N° 52, pp. 87-88. Texto modernizado. Fuente originaria: Archivo General de la Nación, División Nacional, Sección Gobierno, Bandera y Escarapela, 1812-1818 (X.44-8-29).

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