Impresiones de una visita al Alcázar de Toledo, España

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Por el Brigadier (R) VGM Rodolfo SAVOIA (*)


>>> | El término alcázar remite a una fortaleza o castillo fortificado, siendo en latín original castrum y luego en árabe, al qaçr. Se los puede ver majestuosos en muchas ciudades españolas, por lo general ubicados en posiciones altas, dominantes del terreno circundante y que, sin duda, destilan el poder que residía en ellos. El Alcázar de Toledo es una muestra inequívoca de ello.

Toledo, distante 70 kilómetros de Madrid, se ciñe por tres lados en un meandro del Tajo, es una típica ciudad española donde aun palpita pasado y presente. El presente está teñido de turismo, por lo menos ante los ojos de un turista. Pero el pasado, que empieza en la Edad de Bronce, es tan rico, tan ostentoso de historia, tan antiguo que los vestigios romanos de dos mil años se funden con la capital eclesiástica del reino visigodo, hasta que en el 711 cae bajo el poder musulmán y recién es reconquistada en el 1085 por Alfonso VI y la cristiandad.

De la misma manera, el Alcázar replica la estela de la ciudad. Fue sede del pretor romano, desde el 568 alojó a la casa real visigoda hasta la ocupación árabe, que llevará allí casi cuatrocientos años, hasta la reconquista cristiana. Notable punto fuerte para toda estrategia militar, cada ocupante se esmeró en ampliar, reforzar o embellecer el edificio. Creció como fortaleza y se refinó como castillo hasta que adquirió el aspecto actual recién en el siglo XVI.

Sufrió por lo menos tres grandes incendios, en 1710 a manos austríacas durante la Guerra de Sucesión, el segundo en Enero de 1810 cuando era ocupado por infantería y artillería francesa en la Guerra de Independencia y el tercero en 1868. Después de la reconstrucción se instaló allí la Academia de Infantería de Toledo en 1878.

Quedaría aun una última reconstrucción, entre 1955 y 1960, para restañar las masivas destrucciones sufridas durante el asedio republicano que, en el marco fraticida de la Guerra Civil, daría lugar a los episodios más heroicos referidos al valor y la templanza cristianos, encarnados en los principios morales y en el honor militar de los que fueron los defensores del Alcázar.

Estos, con su jefe el Coronel José Moscardó Ituarte, resistieron más de dos meses los embates de fuerzas muy superiores con potente fusilería y artillería, con escasas provisiones para más de 1300 sitiados, contando militares, civiles, mujeres y niños, que no esperaban mayor merced por parte de los atacantes.

La gesta en sí no es objeto de este modesto artículo, pero a quien le interese podrá investigar en el abundante material existente, incluido el famoso diálogo de Moscardó con su hijo Luis, cautivo de los republicanos, cuando le intimaban a la rendición so pena de fusilar al joven.

La tradición militar española abreva en una larga historia de batallas ganadas o perdidas, pero la del Alcázar resume la determinación y gallardía hispana que un jefe puede contagiar a sus hombres y pedirles así los mayores sacrificios. Quienes abrazamos la milicia como estilo de vida, no podríamos permanecer insensibles ante semejante capacidad de conducción, el reconocimiento más sentido lo tuvo Moscardó de su gente, para quienes más que un jefe fue el padre protector.

Superada la faceta emotiva de la cual es difícil sustraerse, es posible que el visitante repare ahora en el edificio, que luce impecable a pesar de su turbulento pasado. La última gran intervención en el Alcázar ha sido su transformación en el Museo Nacional del Ejército, función que cumple desde 2010 y que ofrece una visión global de la Historia de España desde la evolución de sus ejércitos.

Se ingresa por la base del edificio y superadas las medidas de seguridad ya se está entre los restos de una cisterna romana, luego se exhiben herramientas o armas de la Edad del Bronce, restos romanos y visigodos y de la época árabe. Salas completas se dedican a la historia de las espadas y armaduras, de las cuales Toledo fue referente en calidad y estética; de las Banderas, del progreso de la Artillería, de la Infantería, de la organización de los ejércitos y de su movilidad, los medios de comunicaciones también están presentes.

El recorrido se hace arduo entre tantas galerías y salas, escaleras y pasadizos, algunos en las entrañas mismas del edificio con paredes de más de tres metros de grosor, muestra directa de la fortaleza que fue.
Incluye la infaltable venta de recuerdos como réplicas de armas, espadas, accesorios modernos y juguetes para los más chicos.

El Alcázar es utilizado actualmente para eventos especiales de naturaleza oficial y también alberga la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha. Algunas otras construcciones históricas de Toledo son la Catedral Primada (1226), la Puerta de Bisagra (1550), el Puente de Alcántara (época romana) y el de San Martín (Siglo XIV), además de mezquitas, sinagogas e iglesias que demuestran la convivencia de las tres religiones durante un milenio. Llegar desde Madrid supone 35 minutos de tren AVE y muy bajo costo, por lo cual es una alternativa más que conveniente para un viajero curioso.

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