MI PRIMER VUELO, UN DIA QUE NUNCA OLVIDARÉ
Perfectamente consciente de que existía una sola oportunidad y no podía desperdiciarla, estudiaba todo el tiempo como nunca en la vida lo había hecho. Sin pausa, cada momento libre machacaba y machacaba, sin importar la hora ni el día. Recitaba los procedimientos y las emergencias de memoria; lo hacía una y otra vez, hasta llegar a saberlos como el Ave María.