Una visita que tardó 55 años en concretarse

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Por el Comodoro (R) Roberto BRIEND (*)


>>> | Dicen que disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces. Teniendo como referencia ese concepto, quiero compartir este relato. Para comenzar, los invito a retroceder en el tiempo, hasta el año 1962, puntualmente hasta una cálida mañana el mes de febrero, cuando un grupo de aproximadamente 300 jóvenes, transponía las dos tradicionales torres blancas que enmarcan la entrada principal de la Escuela de Aviación Militar.

Los recién arribados habían tenido que superar rigurosas pruebas académicas y físicas que la Fuerza Aérea Argentina exigía para ingresar a su Instituto madre y se convertían, a partir de aquel momento, en cadetes de I Año de la Escuela de Aviación Militar.

Traían con ellos una enorme ilusión: llegar, cuatro años más tarde, a ser oficiales de la FAA, pero todos desconocían los múltiples y variados obstáculos que la nueva vida que ese día iniciaban, les iría presentando antes de llegar al final del camino. Pronto aquel grupo comenzaría a reducirse y muy pocos podrían alcanzar la ansiada meta.

Diferentes circunstancias de la vida llevaron a que muchos de aquellos jóvenes no se volvieran a ver. Sin embargo, gracias a las facilidades que hoy brindan las redes sociales, dos de aquellos integrantes del grupo inicial, que forjaron una excelente amistad mientras estuvieron en el Cuerpo de Cadetes, pudieran reencontrarse. Uno de ellos, Ricardo Pablo BAIRO, solamente había cursado parte del primer año; el otro, autor de este relato, alcanzó la jerarquía de Oficial Superior y desde hace varios años se encuentra en situación de retiro.

El primer contacto telefónico fue prolongado y sirvió para acordar un futuro encuentro físico, con la posibilidad de realizar una visita a las instalaciones de la Escuela de Aviación Militar, a la que Ricardo nunca había regresado. Finalmente, ambas cosas se concretaron a fines del pasado mes de abril.

El reencuentro, en el aeropuerto de la ciudad de Córdoba, fue muy emotivo. Nos fundimos en un prolongado abrazo. El trayecto hasta la EAM se hizo muy corto debido a que ambos tratábamos de actualizarnos de lo vivido por cada uno durante los 55 años transcurridos, especialmente en el aspecto familiar.

Al ingresar al boulevard que conduce hacia la entrada de la Escuela, pude percibir que los ojos de mi acompañante se llenaban de lágrimas, me imaginaba que la emoción que experimentaba, hacía que su corazón latiera aceleradamente como si quisiera salirse de su pecho. A mí me ocurría algo similar.

Ya una vez en el interior de la Escuela, pudimos recorrer algunos de los lugares que formaron parte de nuestra vida diaria como cadetes: el comedor, el dormitorio, las galerías inter compañías, el Casino de Cadetes, luego fuimos al Escuadrón Estudios, donde las aulas y los gabinetes mantienen la misma fisonomía de aquellos años. A medida que caminábamos por esos lugares, fueron surgiendo diferentes recuerdos que generaron ocurrentes comentarios sobre aquella ya lejana etapa de nuestra juventud.

El nivel de la emoción llegó a su cúspide al detenernos frente al monumento de recuerda a los 54 cadetes de cuarto año de la Promoción XXXI, que fallecieron a causa del accidente del TC-48, ocurrido el 3 de noviembre de 1965, durante el X Viaje Final de Instrucción. Aquel accidente, sin lugar a dudas, se constituiría en un hecho que tendría enorme trascendencia y que marcaría para siempre a quienes habíamos ingresado a la EAM en febrero de 1962, sin hacer diferencias entre los que finalmente egresaron y aquellos que por diferentes motivos abandonaron la Fuerza Aérea.

La visita continuó por varias horas, a lo largo de las cuales caminamos juntos, por momentos mantenien

do un respetuoso silencio, tratando de adivinar lo que cada uno estaría pensando. En otros, espontáneamente fueron apareciendo algunos nombres de instructores, docentes, compañeros de curso, de cursos superiores y también muchas anécdotas de aquella época, algunas jocosas, otras no tanto.

Finalmente dejamos la Escuela con la enorme alegría de haber podido concretar una visita que Ricardo había ansiado pero que hasta ahora no había encontrado la oportunidad de hacerla. La Escuela de Aviación Militar fue el origen de una amistad iniciada durante nuestra juventud y también fue el motivo de un agradable reencuentro entre dos personas, ahora adultos, que compartieron, hace muchos años, un mismo llamado de la vocación y que luego, la vida los llevó a transitar por distintos caminos.

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El Comodoro (R) Roberto Briend es Aviador Militar y Veterano de Guerra de Malvinas. Actualmente es Subsecretario Académico del Cuerpo de Cadetes de la Escuela de Aviación Militar.