20 de junio – Jura de la Bandera

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El 25 de Mayo de 1812, por primera vez, se juró la Bandera Nacional. Fue en Jujuy. En esa oportunidad, el General Manuel Belgrano hizo que sus soldados juraran defenderla, aunque muchos coinciden, que ese día, más que una jura fue una bendición para que protegiera a los soldados del ejército.

Posteriormente, a finales del siglo XIX, sin poderse precisar una fecha, se comenzó a realizar la Jura como la conocemos, siguiendo una tradición que proviene de otros países.

En la mañana del pasado 20 de Junio, día de la Bandera Nacional, una representación de la EAM se trasladó a la ciudad de Villa María donde, de manera conjunta con delegaciones de otras fuerzas armadas y de seguridad, participaron en la ceremonia central de la tradicional jura de la Bandera. Durante el mismo acto, los alumnos de cuarto de grado de las escuelas de la Ciudad, realizaron su Promesa de Fidelidad a la Bandera.

La ceremonia estuvo presidida por el Gobernador de la provincia de Córdoba, Contador Juan SCHIARETTI quien estuvo acompañado por autoridades civiles y militares de la provincia. Gran cantidad de público se hizo presente en el lugar de la ceremonia para ser testigos de tan importante acto.

Luego de haber alcanzado las aptitudes necesarias impuestas por los planes de formación, los alumnos del instituto fueron autorizados a realizar el trascendental acto. Este evento constituye el suceso simbólico más importante dentro de la carrera de todo militar. Quien lo realiza, se compromete no solo ante el pueblo, sino también ante Dios y ante su propia conciencia, a “defender a la Patria hasta perder la vida”.

La fórmula de rigor, pronunciada por el Director de la Escuela de Aviación, «juráis a la Patria, seguir constantemente su bandera y defenderla hasta perder la vida» está cargada de un amplio contenido simbólico, que abarca no solamente, llegado el caso, el morir heroicamente por el bien común de la Nación, sino también la promesa de realizar una entrega diaria en favor de la Patria, de resignar los beneficios propios por seguir la vocación que uno tiene y abraza, y que es justamente, la del servicio.

Este acto normalmente es realizado luego que el cadete recibe su uniforme, y por ser el acto más importante en la vida castrense, todos los protagonistas, se vistieron «de gala», una gala que no consta de extravagantes vestimentas, sino de sencillos uniformes militares, que igualan al soldado, que eliminan la ostentación y ocultan la procedencia social, para que sean las virtudes y valores personales los que engalanen su porte. Pues como señala Calderón de la Barca “porque aquí, a lo que sospecho/ no adorna el vestido al pecho/ que el pecho adorna al vestido”.

Una vez pronunciada la fórmula de rigor por el Brigadier D. José María ACTIS, los cadetes respondieron con un emotivo «Si, juro!». El acto siguió con la adopción del dispositivo por parte de los cadetes para realizar el desfile militar, el cual, además, significo la primera experiencia de Primer Año en un desfile fuera del Instituto, portando el clásico Fusil Máuser, para lo cual se prepararon con varias semanas de prácticas.

De regreso en la Escuela de Aviación Militar, los cadetes fueron recibidos y felicitados por las autoridades, quienes dirigieron emotivas palabras, redefiniendo y fortaleciendo el significado del acto que acababan de realizar. Continuando con versos de Calderón de la Barca podemos resumir lo dicho con el siguiente: “Aquí la más principal/ hazaña es obedecer/ y el modo como ha de ser/ es ni pedir ni rehusar…”. Por otra parte, se hizo un especial hincapié, en que todas las actividades realizadas por el militar, deben estar inspiradas en el amor al prójimo y a la Patria y por sobre todo en una profunda convicción de la vocación de servicio que elegimos abrazar.

«El honor es la conciencia externa, y la conciencia, el honor interno».

(Arthur Schopenhauer)

 

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