José de San Martín, el espíritu de la patria…

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Por J.T.P Noelia MARTINO (*)


En el 167° aniversario del paso a la inmortalidad del General D. José Francisco de San Martín, padre de la patria y libertador de Argentina, Chile y Perú, no nos detendremos en el Cruce de Los Andes, la gran hazaña del Ejército de los Andes (por él formado y liderado) que tuvo por finalidad la emancipación de los actuales territorios de Chile y Perú, y frenar el avance de los realistas sobre las colonias. Tampoco haremos mentas de la grandiosidad del héroe nacional que las distintas corrientes historiográficas han llegado a pintar casi como un ser mitológico, como tampoco, en una línea revisionista, hemos de llevarlo hasta la extrema mundanidad despojada de toda excepcionalidad.

Sí nos interesa señalar la consecuencia de pensamiento y acción del General D. José de San Martín, el héroe americano de carne y hueso, militar y estratega, de excepcional temple y firmes convicciones patrióticas, cuyas aspiraciones de una sola y gran nación americana libre y soberana, compartía con Bolívar y con Belgrano: la de no responder a ningún amo, ni viejo ni nuevo, libres de toda dominación extranjera. Ambiciones estas que mantuvo hasta sus últimos días tal como puede leerse de su puño y letra en su testamento, al momento de legarle su sable a Juan Manuel de Rosas “… como una prueba de la satisfacción, que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla.» (José de San Martín, Testamento).

Para ello, hemos preparado una breve reseña de los discursos – algunos fragmentarios-  más significativos del General en momentos decisivos para la Guerra de Emancipación:

El 3 de abril de 1815, tras declarar rotos los lazos con Buenos Aires en apoyo a Artigas, el General D. José de San Martín convoca en Mendoza una Junta Militar y cabildo abierto, dejando de ser comisionado de la ciudad porteña y siendo designado “gobernador electo por el pueblo”, se pronunció como cada vez que se hizo cargo de gobiernos estatales; “La ilustración y fomento de las letras es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos…”, en consecuencia con su programática de liberación nacional y continental y derechos políticos que garanticen la dimensión de ciudadano y el respeto, para lo cual la educación es un pilar fundamental.

Posteriormente, en Septiembre de 1816, mientras ya daba forma a la hazaña andina, sabiendo que no encontraría partidarios entre los porteños, convoca a los indios del sur de Mendoza, para convencerlos de una alianza, identificándose con ellos bajo una sola causa… la liberación de las cadenas colonialistas:

“Los he convocado para hacerles saber que los españoles van a pasar del Chile con su ejército para matar a todos los indios, y robarles sus mujeres e hijos. En vista de ello como yo también soy indio voy a acabar con los godos que les han robado a ustedes las tierras de sus antepasados y con esos cañones… Debo pasar para ello licencia de ustedes que son los dueños del país…”

 Más tarde en Chacabuco, Julio de 1819, ante el inminente ataque de las tropas realistas la proclama tal vez más conocida ante el Ejército de los Andes no tiene desperdicio. Resume el espíritu de la lucha de San Martín, quien antepuso los ideales de libertad, igualdad y patriotismo ante cualquier interés, sin importar procedencia, color o linaje y a partir del cual, cualquier enunciado que pudiéramos emitir aquí, estaría de más;

“¡Soldados! Todos y cada uno de ustedes conocen el esfuerzo y las dificultades por las que hemos pasado. Llegar hasta aquí es bastante, pero nunca es suficiente. El enemigo espera, y espera bien armado, señores.
Son la esperanza de la América, cada uno de ustedes lleva consigo lo más importante, ¡la libertad!
Trescientos años de masacre y de barbarie tiñen nuestra tierra de sangre, pero hemos venido a decir ¡basta!, ¡se acabó!
 Soldados, se me llena el corazón al ver a tantos guerreros dispuestos, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos recordarán este momento con orgullo, porque les dejaremos una tierra digna de ser vivida. Donde puedan sembrar, crecer y prosperar, libres de toda cadena, donde cada hombre pueda decidir su destino sin importar su color, su linaje, su procedencia, ni qué carajo. Porque todos somos iguales ante el Supremo, así como somos iguales ante la muerte, porque cualquier hijo de mujer merece ser libre de una vez y para siempre. ¡Seamos libres, que lo demás no importa nada! ¡Viva la patria!”

 Ya no queda duda de que una fuerte expedición española viene a atacarnos: sin duda alguna los gallegos creen que estamos cansados de pelear y que nuestros sables y bayonetas ya no cortan ni ensartan; vamos a desengañarlos. La guerra se la tenemos de hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos ha de faltar; cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetillas [1] que nos trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada. Yo y vuestros oficiales os daremos el ejemplo en las privaciones y trabajos. La muerte es mejor que ser esclavos de los maturrangos. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre o morir con ellas como hombres de coraje.

Mendoza, 1819

[1] Pedazo de tela de lana floja y tupida que se usaba para limpiar superficies frotándolas.

Transcripción del Testamento ológrafo del Libertador

«En el nombre de Dios Todo Poderoso a quien reconozco como hacedor del Universo: Digo yo José de San Martín, Generalísimo de la República del Perú y Fundador de su libertad, Capitán General de la de Chile, y Brigadier General de la Confederación Argentina, que visto el mal estado de mi salud, declaro por el presente Testamento lo siguiente:»

«Primero, dejo para mi absoluta Heredera de mis bienes, habidos y por haber a mi única hija Mercedes de San Martín actualmente casada con Mariano Balcarce.»
«Segundo. Es mi expresa voluntad que mi hija suministre a mi hermana María Elena, una pensión de mil Francos anuales, y a su fallecimiento, se continúe pagando a su hija Petronila, una de 250 hasta su muerte, sin que para asegurar este don que hago a mi hermana y sobrina, sea necesaria otra hipoteca que la confianza que me asiste de que mi hija y sus herederos cumplirán religiosamente esta mi voluntad.»

«Tercero. El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla.»
«Cuarto. Prohíbo el que se me haga ningún género de Funeral, y desde el lugar en que falleciere, se me conducirá directamente al cementerio sin ningún acompañamiento, pero sí desearía, el que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires.»
«Quinto. Declaro no deber ni haber jamás debido nada a nadie.»
«Sexto. Aunque, es verdad que todos mis anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar, que la honrada conducta de ésta, y el constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han recompensado con usura, todos mis esmeros haciendo mi vejez feliz. Yo le ruego continúe con el mismo cuidado y contracción la educación de sus hijas (a las que abrazo con todo mi corazón) si es que a su vez quiere tener la misma feliz suerte que yo he tenido; igual encargo hago a su esposo, cuya honradez y hombría de bien no ha desmentido la opinión que había formado de él, lo que me garantiza continuará haciendo la felicidad de mi hija y nietas.»
«Séptimo. Todo otro Testamento o Disposición anterior al presente queda nulo y sin ningún valor.»

«Hecho en París a veintitrés de Enero del año mil ochocientos cuarenta y cuatro, y escrito todo el de mi puño y letra. JOSÉ DE SAN MARTÍN.»

«Artículo adicional: Es mi voluntad que el Estandarte que el bravo Español Don Francisco Pizarro tremoló en la Conquista del Perú sea devuelto a esta República (a pesar de ser una propiedad mía) siempre que sus Gobiernos hayan realizado las recompensas y honores con que me honró su primer Congreso».

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