La Bomba Humana – Saltó desde un B-17 sin paracaídas y sobrevivió

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Por Shahan RUSSELL

En 1943, un aviador estadounidense participó en el bombardeo de una ciudad francesa, lo que resultó en una devastación increíble. Sin embargo, el hombre no estaba satisfecho, por lo que se lanzó fuera de su avión para aumentar el daño a producir allá abajo. Sumergido muchas millas, sin un paracaídas, hizo el daño que quería producir, y luego murió, aunque muchos años más tarde. Aquí su historia:

La cuidad bombardeada era Saint-Nazaire, en el oeste de Francia. Situada sobre la orilla derecha del estuario del Loira, al sur de la Brière (el segundo pantano más grande del país) y cerca del Océano Atlántico.

Saint-Nazaire y el agua van de la mano, exactamente esta era la causa que la hacía tan importante para la Alemania nazi. Cuando Hitler comenzó la II Guerra Mundial, en 1939, era imparable. A pesar de sus mejores esfuerzos, ni los británicos ni los franceses pudieron contener a los alemanes.

El día 17 junio de 1940, aproximadamente 9000 soldados del ejército británico abordaron varios barcos atracados en Saint-Nazaire y trataron de huir de los alemanes que se aproximaban rápidamente. La mayoría pudo escapar, salvo el RMS Lancastria, que fue hundido por bombarderos alemanes causando la pérdida de aproximadamente 4000 vidas británicas. Sin embargo, para los residentes de Saint-Nazaire, lo peor estaba por venir.

Debido a su acceso al agua, los alemanes decidieron hacer de la ciudad un importante puerto naval, que incluía una base de U-boat fuertemente fortificada. Desde Saint-Nazaire, buques y submarinos alemanes podrían causar estragos en las líneas de suministro británicas, y fue por eso que Gran Bretaña tuvo que anularlo.

El día 28 marzo de 1942, los británicos lanzaron la Operación Chariot, dañando con éxito el dique seco de Saint-Nazaire y lograron mantenerlo fuera de funcionamiento durante el resto de la guerra, evitando que los grandes buques de guerra alemanes usasen la ciudad, pero no los temidos U-boat.

El bombardeo aéreo era arriesgado porque los alemanes protegían la ciudad con defensas antiaéreas altamente efectivas, desde tierra y también desde el aire. Los aliados llamaron a Saint-Nazaire «Flak City» debido a todo el material que les fue lanzado desde tierra y desde el cielo. Pero no estaban dispuestos a que alguien los detuviera.

El 3 de enero de 1943 las fuerzas aéreas del ejército de Estados Unidos (USAAF) lanzaron su sexta operación de bombardeo sobre Saint-Nazaire, con la esperanza de dejar finalmente fuera de servicio su base de submarinos. La operación fue dirigida por el Coronel Curtis LeMay e involucró a una fuerza de 85 Boeing B-17 “Fortalezas Volantes”. Entre ellos estaba el B-17 matrícula 41-24620, apodado Snap (Crepitar/Popular), que tenía a bordo un hombre notablemente afortunado.

Ese hombre era Alan Eugene Magee, nacido el 13 de enero de 1919 en Plainfield, Nueva Jersey. Cuando tuvo noticia del ataque a Pearl Harbor, Alan se unió a la USAAF, a la que llegó como Sargento de la 360ª escuadrilla del 303° Grupo de Bombardeo.

De 1,83 metros de altura, Alan fue asignado a la torreta redonda, un compartimiento esférico de plexiglás debajo del avión que contenía dos ametralladoras pesadas. Aunque ese sitio proporcionaba una vista magnífica durante el vuelo, era también la parte más vulnerable del avión y el primer blanco a la que el enemigo apuntaba. Peor aún, el plexiglás no ofrecía ninguna protección contra las balas, en absoluto.

Debido a la necesidad de dirigir los ataques con precisión sobre los resguardos de los U-boat y de reducir al mínimo las víctimas civiles, el ataque aéreo tuvo que realizarse en plena luz del día. Ello, por desgracia, producía que la USAAF fuera aún más vulnerable a los ataques enemigos.

Finalmente, estaban los informes de la inteligencia. Un vuelo de reconocimiento anterior mostró que los torpedos habían sido apilados próximos a los refugios de los submarinos. El pensamiento era que, si podían golpear a éstos, el daño sería aún mayor.

El escuadrón despegó de su base en Molesworth, Inglaterra, en la madrugada y con un cielo despejado. Era la séptima misión de Alan, y cuando entraron en el espacio aéreo francés, ingresó a su torreta y no era demasiado pronto, ya que 25/35 Messerschmitt Bf 109 se acercaban a ellos.

Los estadounidenses derribaron a 12 aviones enemigos confirmados (y posiblemente otros siete sin confirmar), dañando gravemente uno más. El “Snap” llegó sobre el área del blanco en momentos en que un 109 chocaba con su ala derecha, cortando una sección de ella. Pedazos de ambos aviones impactaron el fino plexiglás de la torreta, golpeando a Alan.

Desesperadamente, salió de su puesto de combate y subió a la cubierta de vuelo, tembló ante lo que vio: se había producido una enorme abertura en un costado del bombardero. El avión tembló y comenzó su espiral descendente de muerte.

Alan corrió a buscar su paracaídas … pero ese, definitivamente, no era su día. Había sido arrancado de su lugar por el impacto del avión alemán. A medida que el bombardero continuaba cayendo, ahora en picada, sólo podía encogerse de hombros, respirar hondo y orar. Luego saltó a través de la abertura, rezando que pronto se desmayara.

Allá abajo, la gente estaba a la intemperie, esperando que el bombardeo terminara. Los que estaban cerca de la estación de ferrocarril de Saint-Nazaire levantaron la vista y se alejaron mientras veían que un objeto caía del cielo.

A medida que el objeto se acercaba, algunos se dieron cuenta de que no era una bomba. Era Alan. Después de caer durante unos cuatro kilómetros, su cuerpo inconsciente se dirigió hacia un hermoso ventanal de la estación, que aún estaba milagrosamente intacto, aunque no sería por mucho tiempo.

Alan perforó el ventanal antes de aterrizar, con un ruido sordo, en el piso de la estación. Más tarde, se despertó ante un médico alemán, aún aturdido, que prometía hacer todo lo posible para salvar la vida del aviador.

Y el doctor cumplió su palabra. A pesar de sufrir 28 heridas de metralla, tener la nariz rota, un párpado rasgado, un pulmón perforado y los riñones afectados, la pierna derecha y el tobillo rotos, y el brazo derecho casi arrancado de su torso, Alan sobrevivió.

En cuanto a las autoridades alemanas, estaban tan sorprendidas de lo que contaba Alan, que fue tratado muy bien. No por ello dejaron de mandarlo a un campo de prisioneros de guerra, donde permaneció hasta el final de la guerra.

De los 85 bombarderos que LeMay comandó, 76 alcanzaron su objetivo, con un costo de 47 aviones dañados y siete derribados, incluyendo el “Snap”. Pero destruyeron los refugios de los submarinos, que ahora sirven como atracción turística.

A pesar de que casi el 90% de Saint-Nazaire resultó destruido al final de la guerra, sus residentes levantaron un monumento en homenaje al “Snap” y su tripulación.

Alan regresó a Saint-Nazaire el 3 de enero de 1993, donde fue recibido con una memorable bienvenida y a pesar de haber participado en la destrucción de su pueblo, lo convirtieron en un ciudadano honorario de la misma.

Alan murió el 20 de diciembre de 2003, por muerte natural, a la madura edad de 84 años.

Fuente: https://www.warhistoryonline.com

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